En ciertos casos, las características de la cuenca pueden aumentar el peligro de inundación repentina debido a los cambios importantes y a veces drásticos que han sufrido las propiedades de la superficie o del suelo. La urbanización, los incendios, la deforestación y la congelación del suelo constituyen algunos de los casos especiales que hay que tomar en consideración.


La urbanización tiene dos impactos principales. En primer lugar, está asociada con un mayor porcentaje de superficies impermeables y suelos compactados, lo cual produce un mayor volumen de escorrentía. En segundo lugar, las áreas urbanas se caracterizan por redes viarias, sistemas de drenaje pluvial, modificaciones de la vegetación natural y, a veces, la canalización de los arroyos. Todos estos factores intensifican el movimiento de la escorrentía hacia y entre los canales fluviales.

El resultado es que en comparación con las condiciones previas a la urbanización, los arroyos urbanos crecen más rápidamente y con mayor frecuencia, y producen caudales máximos más altos con la misma cantidad de lluvia. De hecho, los entornos urbanos pueden producir condiciones de crecida con mucho menos lluvia de lo que hubiera sido necesario en las condiciones previas a la urbanización.
Los incendios forestales y la deforestación también pueden aumentar el peligro de inundación repentina incrementando el volumen de escorrentía y el potencial de transporte de sedimento en la escorrentía.

Esto es principalmente el resultado de la eliminación de la vegetación y, en el caso de incendios, de la posible alteración de las propiedades del suelo. El mayor peligro de inundación repentina ocurre después de un incendio muy intenso en un bosque de coníferas. En estos casos, tras la destrucción de la vegetación los suelos pueden adquirir propiedades hidrofóbicas durante semanas e incluso años después del incendio.

Típicamente, las inundaciones repentinas son el producto de la intensa lluvia convectiva de estación cálida. Por lo tanto, el suelo helado no suele representar un problema. No obstante, si cae una lluvia intensa sobre un suelo helado, una escorrentía eficiente podría provocar inundaciones repentinas.
