
Según la Organización Meteorológica Mundial (OMM), una crecida o inundación repentina es una inundación de corta duración que alcanza un caudal máximo relativamente alto.
En EE. UU., el Servicio Nacional de Meteorología (National Weather Service, NWS) utiliza criterios más específicos que incluyen intervalos de tiempo y un nivel de amenaza para describir las inundaciones repentinas: una crecida que pone en peligro la vida de la población y que comienza dentro de 6 horas, y a menudo dentro de 3 horas, después de un evento causante. Cada servicio meteorológico e hidrológico nacional (SMHN) aplica criterios temporales distintos, apropiados para las condiciones hidrológicas y climatológicas locales.
El evento causante de una inundación repentina puede ser una lluvia intensa, la ruptura de un embalse, un dique u otra estructura que retiene el agua, o bien la crecida repentina del nivel del agua provocada por la obstrucción de un curso fluvial por la acumulación de una barrera de hielo. En ciertas áreas, otro motivo de preocupación es la posibilidad de que algún tipo de actividad volcánica o geotérmica provoque un deshielo repentino.

Aunque normalmente asociamos las crecidas con cuerpos de agua definidos, las inundaciones repentinas pueden ocurrir en zonas áridas donde ni siquiera hay un cauce visible.

En consecuencia, la definición de crecida repentina abarca la rápida inundación de zonas que normalmente son secas, como las carreteras, los pasos subterráneos y los edificios.