Los océanos almacenan más del 97 por ciento del agua de la Tierra en forma de agua salada que, a diferencia del agua dulce, suele contener cerca de 35 gramos por litro de sólidos disueltos, principalmente cloruro de sodio. El agua dulce, que suele contener menos de 1 gramo de sólidos disueltos por litro, forma los ríos y la mayoría de los lagos de nuestro planeta.

La cantidad de sólidos disueltos determina el uso que se hace del agua dentro de los distintos ecosistemas y afecta ciertas propiedades físicas del agua.
El lugar donde un río se encuentra con o el mar o el océano se conoce como estuario y constituye un tipo de ecosistema muy importante. Aquí, donde el agua dulce y salada se mezclan, vemos también los efectos de las mareas. Las sequías y las inundaciones pueden afectar a los estuarios y tienen consecuencias ambientales y económicas importantes.

Aunque clasificamos el agua dulce en términos de un contenido de sólidos disueltos de un gramo por litro, un nivel de medio gramo por litro o más se considera indeseable para el agua potable y muchos usos industriales. Gracias a los 35 gramos de sólidos disueltos por litro que contiene, el agua de mar es un 3 por ciento más densa que el agua dulce. Nota: aparte de ser potable, el agua dulce tiene una multitud de otros usos (como irrigación y manufactura, para dar tan solo dos ejemplos evidentes).
