Humedad del suelo

Si los espacios porosos están completamente llenos y el agua drena libremente del suelo por efecto de la gravedad como agua «de gravedad» o «gravitacional», decimos que el suelo está saturado. A medida que el agua drena del suelo, algunos poros se llenan de aire y vapor de agua. Cuando el agua ya no drena de los poros por gravedad, queda sujeta al sitio que ocupa por acción de su propia tensión capilar. Aunque algunos de los poros se han drenado, la mayoría aún contienen agua. Llegado a este punto, el suelo ha alcanzado la capacidad de campo.

Condiciones generales de humedad del suelo.

A medida que el proceso de evapotranspiración elimina el agua del suelo, una mayor parte del espacio poroso quedará sin agua. Este proceso continúa hasta que solo quede el agua más apretada a las partículas del suelo. En determinado momento, se alcanza el punto en que la tensión del agua contra las partículas del suelo es tal que las raíces de las plantas no la pueden usar. Este es el «punto de marchitamiento».

La cantidad de lluvia que puede infiltrar un volumen de suelo dado viene determinada por el espacio vacío que está disponible en el suelo.

Animación de una lluvia uniforme que cae sobre dos volúmenes de suelo.  El primer volumen de suelo está casi saturado de agua, evidente por el color azul que llena el espacio poroso entre las partículas de suelo en la animación.  Conforme llueve, el agua comienza a acumularse rápidamente, ya que no puede infiltrarse en el suelo.  El otro volumen de suelo casi ha alcanzado el punto de marchitamiento, ilustrado por el hecho de que la mayor parte del espacio poroso dentro del suelo contiene aire.  Conforme llueve, el agua penetra rápidamente en el suelo y el espacio entre los poros se vuelve azul rápidamente.

Por ejemplo, menos lluvia infiltrará un determinado volumen de suelo cuyo nivel de humedad se halla a capacidad de campo que un volumen de suelo igual que ha alcanzado el punto de marchitamiento. Por lo tanto, es muy importante conocer las condiciones de humedad del suelo a la hora de tratar de modelar la escorrentía de una tormenta.