
Existen dos aplicaciones básicas del análisis de frecuencia de crecidas. La primera consiste en estimar la magnitud potencial de la crecida que puede ocurrir en un intervalo de tiempo dado.
Por ejemplo, puede resultar necesario calcular el caudal máximo esperado durante un período de 100 años en determinado lugar. Podemos imaginarnos situaciones en que una oficina de ingeniería civil pregunta qué magnitud tendría una avenida de 100 años en el puente de Avda. Libertador, en San Isidro. La información del análisis de frecuencia de crecidas permite dar respuesta a este tipo de pregunta, quizás algo así como «la magnitud esperada de la avenida de 100 años es de 840 m3/s».
Una hidróloga o un ingeniero civil puede utilizar esta información para determinar el tamaño de los arcos que se deben incorporar en el diseño de un puente. Es posible la estructura del puente deba acomodar caudales abundantes pero infrecuentes.

Estas fotos muestran una riada que invade un puente en el Parque Nacional de Kruger, en la República Sudafricana, durante las inundaciones de 2008. Claramente, este evento excedió la crecida de diseño máxima del puente.
